Introducción.

16.02.2012 20:21

 

Pequeña Reseña

Tusko, el elefante, vivía lo más tranquilo en el zoológico de Lincoln Park, en Oklahoma, cuando Warren Thomas, director del zoo, se acercó a él pensando que haría una gran contribución a la ciencia. Era el año 1962, cuando Thoms le inyectó una jeringa llena de LSD al elefante Tusko.

Luego de unos minutos, Tusko revoleaba la trompa para todos lados, furioso, antes de caer rendido como si hubiese recibido un disparo. Una hora más tarde estaba muerto. Thomas y sus colegas concluyeron entonces que “Al parecer el elefante es altamente sensible a los efectos del LSD”.

35 años después el pobre Tusko era reconocido por su puesto en la ciencia, con el primer puesto en la lista de los experimentos científicos más estúpidos de la historia, compilados por la revista New Scientist.

El autor de la lista, Alex Boase, luego escribió un libro, con muchos másexperimentos del estilo, llamado Elephants on Acid and Other Bizarre Experiments.

“Comencé a coleccionar ejemplos de experimentos bizarros hace años cuando estudiaba historia de la ciencia en la universidad”, dijo Boase al periódico Times, “Confieso que no tuve un motivo intelectual, simplemente los encuentro fascinantes”.

 

Ennumeración

  • El elefante y el ácido.

    Aquí entra el que ya comentamos, en el que Warren Thomas inyectó 297 miligramos de LSD a un elefante, que es 3000 veces la dosis humana. Quería saber si con esta droga alucinógena podía inducir el musth, un estado de los elefantes que se da una vez al año, cuando tienen un incremento de la excitación sexual, lo que los vuelve más agresivos.

    El resultado fue un desastre de relaciones publicas, ya que mató al elefante. Adujeron en su defensa que no esperaban que pudiese pasar eso, ya que ellos habían probado el ácido también.

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    Caras pintadas y ratas descabezadas

    En 1924 Carney Landis, de la Universidad de Minnesota, quiso investigar las expresiones faciales de disgusto. Para poder exagerar las expresiones, dibujó líneas en los rostros de los voluntarios con un corcho quemado, antes de pedirles que olieran amoníaco, que escucharan jazz, que mirasen fotografías o pusieran la mano en un balde lleno de sapos.

    Luego le pedía al voluntario que decapitara una rata blanca. A pesar de que todos dudaban, y algunos maldecían o lloraban, la mayoría aceptaron hacerlo, mostrando lo fácil que mucha gente se inclina ante la autoridad. Las imágenes quedaron muy raras. Boese cuenta “Parecen miembros de un culto preparándose para hacer un sacrificio al gran dios del experimento”.

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    Los pavos lo hacen hasta con un palo

    Martin Schein y Edgar Hale, de la Universidad de Pennsylvania, se dedicaban a estudiar el comportamiento sexual de los pavos allá por los años 60. Descubrieron que las aves no son muy exigentes a la hora de elegir pareja.

    Cómo llegaron a esa conclusión es lo peor de todo… tomaron un pavo hembra y le fueron cortando partes del cuerpo hasta que el pavo macho perdió interés. Incluso cuando lo único que quedaba era la cabeza en un palo, los machos seguían excitándose...

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    Perros de dos cabezas

    El cirujano soviético Vladimir Demikhov creó un perro de dos cabezas en 1954. Unió la cabeza de un cachorrito al cuello de un pastor alemán. La segunda cabeza podía tomar leche, si bien no lo necesitaba, pero el tema era que la misma chorreaba por el cuello, ya que el esófago no estaba conectado. Ambos animales murieron por culpa del rechazo de tejidos, pero eso no detuvo a Demikhov para crear 19 animales bicéfalos más en los siguientes 15 años

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    El transplante de cabezas de simio.

    Seguramente inspirado por el perro de dos cabezas de Demikhov, en 1970 Robert White intercambió quirúrgicamente la cabeza de un mono, es decir, se la quitó a uno y la transplantó al cuerpo de otro. El mono, por cierto, se puso como una moto nada más despertar, arrebatado por la ira y la violencia. Murió al día siguiente. Ante las críticas recibidas, White comentó que la gente debería hacerse a la idea de que un día, en el futuro, el transplante de cabezas será posible.

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    El Niño y el mono 

    En 1931 el psicólogo Winthrop Kellogg quiso criar un chimpancé como si fuera un bebé humano. De hecho, lo crió de manera idéntica a su recién nacido retoño, como hermanos sin diferencias de especie. El objetivo de educar a la vez a mono y niño, a Gua y Donald, era comprobar si el comportamiento humano y la inteligencia eran fruto de la educación. De hecho, le interesaba especialmente la comunicación oral. Desafortunadamente, Gua nunca desarrollo el habla, pero su presencia afectó el desarrollo oral del niño, que enseguida se comunicaba mediante los mismos sonidos que el mono, es decir, el proceso era inverso al deseado. Así que el profesor Kellogg abortó el experimento tras casi un año de convivencia infantil. 

  • Visión Gatuna  

    En 1999 el equipo de investigadores de Berkeley dirigido por el Dr. Yang Dan insertó electrodos en los ojos de un gato y los conectó a un ordenador. Básicamente, con el gato sedado, se trataba de que estos electrodos convirtieran la señal nerviosa de la vista en datos que podían reconvertirse en imágenes en la pantalla del ordenador. La visión gatuna era un hecho. Algún día, la telerrealidad no necesitará cámaras, sino un par de cables bioconectados, USB mediante, al globo ocular. La revolución audiovisual es imparable.